Con el tiempo, la Iglesia Católica Romana se ha alejado de la verdad bíblica de que somos salvos por la gracia de Dios, que recibimos por la fe en Jesús. En cambio, ha creado un sistema en el que la salvación se alcanza por una combinación de la gracia de Dios y nuestras propias acciones, mediante la recepción de los sacramentos de la Iglesia Católica Romana.

Lo que la Iglesia Católica Romana ha hecho es colocarse entre Dios y el hombre, cuando lo único que Dios desea es que recibamos su regalo gratuito de perdón para que podamos tener una relación con Él.

“que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo”.

Romanos cap. 10, verso 9

La Biblia es clara: Si confesamos a Jesús y creemos en Jesús, somos salvos. Dios no pone como requisito nuestra contribución permanente.

“Solo quiero que me respondan a esto: ¿Recibieron el Espíritu por las obras que demanda la Ley o por la fe con que aceptaron el mensaje? ¿Tan torpes son? Después de haber comenzado con el Espíritu, ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos?”.
Gálatas cap. 3, versos 2-3

Pablo está hablando al pueblo judío de aquel entonces, pero también se aplica a la Iglesia Católica Romana de hoy. Confía en lo que Jesús hizo, no en tus propias acciones.

En la sección sobre la historia de la Iglesia Católica Romana puedes ver cómo se ha colocado como mediadora entre el hombre y Dios, concretamente con lo que introdujo en el Concilio de Trento de 1563. Sin embargo, en las Escrituras podemos ver que esa no es la forma en que Dios estableció que la humanidad se relacionara con Él, ni la forma en que Jesús y los primeros creyentes definieron la iglesia.